martes, 28 de febrero de 2012
Las cosas llegan solas
Yo no escogí enamorarme de ti pero la primera vez que te bese, nuestros dientes se rozaron por una milésima de segundo y fue increíble. Y la hora exacta de ese beso quite la pila del reloj para que se quedase la hora detenida para siempre. El minuto exacto en el que me besaste esta metido en un reloj para siempre y ya nunca sé que hora es. Pero me da igual. Y desde entonces miro constantemente el reloj. Sabes que me gustaría estar tumbado contigo sobre la hierba mirando la luna de las noches de verano y que empezara a nevar y sentir los copos en la cara y tu mano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario